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lunes, 4 de noviembre de 2013

DISCRIMINADO POR GORDO

No, no soy yo. O al menos las veces que he sido discriminado por gordo no las he advertido. Es la historia de un amigo al que le he perdido la pista. Un gran chico al que le deseo lo mejor.

Pensé en poner estos párrafos al final de la anterior entrada a modo de letra c). También  pensé en no escribir al respecto, al fin y al cabo tiene más que ver con la obesidad que con la extrema timidez o de la falta de relaciones con mujeres. Pero reflexionando un poco, creo que lo más acertado sería escribir una entrada completa.
Os resumo el asunto: A Daniel, un compañero de clase extraordinariamente trabajador, brillante en sus calificaciones, siempre atento con los demás y con muchas ganas de trabajar no le contratan por ser gordo.

No veo a Daniel probablemente desde 1998 ó 1999, pero cuando compartió su historia conmigo me enfurecí bastante. Claro, tocaba fibra sensible, yo también estaba gordo, aunque es posible que algo menos que Daniel.
Así comienza la historia: Daniel tenía un curriculum impresionante: buenas notas, hablaba inglés, dominaba la informática (no sólo Windows, Office… el tío hacía sus pinitos programando) y quería trabajar en algo antes de comenzar a prestar el servicio militar.

Algún conocido le dijo que en la asesoría donde trabajaba su hermana estaban buscando a alguien para el verano en plan becario. Era lo que le convenía a Daniel, así que miró a ver si estaba a tiempo de solicitar una entrevista y una vez le dijeron que sí, se preparó y acudió a la entrevista.
Decepción: la entrevistadora le dijo a la cara que no cumplía los requisitos necesarios (¿para ver becario?) vamos, que no tenía buena presencia. Daniel dijo que llevaba un traje nuevo, el pelo recién cortado y estaba bien aseado, que no entendía nada (aunque en el fondo sí que lo entendía todo).

La entrevistadora le dijo en tono maternal (y esto es como el rintintín, un tonillo imposible de aguantar) que trabajan con clientes y que si ven a alguien con su aspecto pensarán que está perdiendo el tiempo y no trabajando en su asunto.
Que conocen su valía, pero que su trabajo es cara al público, por lo que están buscando a personas con otro perfil. Y se quedó tan ancha.

Simple y llanamente le había dicho que

gordo = vago

Daniel = gordo

Por tanto:

Daniel = vago

Y todo esto teniendo delante sus calificaciones, su curriculum. De nada sirve, si quien tenemos delante te quiere discriminar.
¿Qué pasó? ¿Daniel adelgazó? ¿Los demandó ante los tribunales…?

No pasó nada, salvo que Daniel se cogió una depresión.
¿Adelgazó? Hasta donde yo sé, no. Quizá hoy esté hecho un figurín, no lo sé.

¿Demandó a la empresa por discriminación? No porque las empresas pueden discriminarte si quieren, cogen a quien quieren que para eso son ellas las que pagan. Si te sientes discriminado siempre pueden inventarse alguna tontería por la que valorarían más el expediente del tío de al lado. En fin ¿De qué habría servido?
Pero quedó algo y no fue algo positivo: resquemor. Y lo que es peor, yo no conozco de nada a esa entrevistadora, pero me hierven las tripas cuando pienso en esto.

No sé, si yo hubiera sido la entrevistadora y la hubiera tenido contra los gordos, habría terminado la entrevista como cualquier otra. Y después habría mandado la correspondiente carta que dice que "Lamentablemente …. No obstante, mantendremos sus datos durante un año por si en el futuro…" El resultado habría sido el mismo, y no habría hecho sufrir gratuitamente a una persona valiosísima.

De verdad que me parece increíble que existan personas así.
Siempre que pienso en esto me pongo de mal humor.

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