Translate

domingo, 24 de marzo de 2013

OTRO MÁS

En diciembre conocí a otro chico, un amigo de un compañero del trabajo. Le llamaremos Mario.

Nos hicimos amigos nada más conocernos, seguramente porque nos gustan las mismas cosas y porque somos ambos muy tímidos. Con el tiempo hemos llegado a tener mayor confianza el uno con el otro hasta que a principios de mes le dije que estaba escribiendo un blog, que si quería le echase un vistazo. Así que le mandé un link al blog por email.
La siguiente vez que nos vimos, comentamos un poco lo que decía el blog, pero no estaba crítico conmigo sino que parecía comprensivo. Cuando ya tenía que irme me dijo que me acompañaba un rato. Me pareció bien.

De camino al gimnasio me comentó que tuvo una relación cuando iba a bachillerato, que intentó la penetración, pero que la cosa no se le levantaba. La chica le comenzó a poner nervioso y según él, estaba visiblemente enfadada hasta que le dijo “Déjalo, no me lo puedo creer”.
Al parecer, dicha situación se marcó de por vida. Ha tenido más novias y todo ha ido bien hasta que se habla de sexo, momento en el que él huye porque no se siente preparado.

Claro que esto fue hasta los 21 años, edad a la que tuvo su última novia, después ni lo ha intentado. Me dice que ahora ya de primeras las tías quieren sexo y que él por ahora no puede dárselo.
Según me cuenta, solo pensar en que va a tener sexo con una chica le acojona de tal manera que aquello es imposible de levantar, así que optado por la vía de escape: evitar la situación. Evitando a las chicas evita el sexo y evitando el sexo evita volver a sentirse humillado como en aquella ocasión.

Mario no será como yo de virgen porque al menos ha salido con algunas chicas, pero es virgen ya que tampoco ha tenido sexo.
Esto refleja mi primera impresión de porqué somos vírgenes: porque estamos llenos de complejos.

Por cierto: Mario (nombre inventado) me ha dado permiso para escribir esta historia en el blog).