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viernes, 6 de diciembre de 2013

OBESIDAD: HISTORIA DE UN YOYO

1.- EL ORIGEN

Cuando murió mi abuelo siendo yo niño, sólo recuerdo una cosa: tenía la cara chupada y el cráneo lo tenía bien marcado. Tenía 58 años.
Pocos años más tarde en el lugar donde residía murió una mujer que tendría sobre los 30 años. Fuimos al tanatorio a presentar nuestros respetos. Allí vimos que el ataúd estaba abierto para que la gente pudiera despedirse de la difunta. De nuevo, me fijé en que su cuerpo era muy delgado y que tenía la nariz y los pómulos muy marcados, exactamente igual que mi abuelo.

Esta experiencia fue un antes y un después en mi vida. Y a los 11 años DECIDÍ que yo sería gordo. La palabra es correcta, fue una decisión consciente y premeditada por el temor a la muerte. En mi mente tenía que séolo los delgados se mueren.
Recordáis que hay ciertas enfermedades que hacen que nuestro apetito disminuya o directamente que hacen que no queramos comer nada por ejemplo, una gripe? En mi caso, si bien mi cuerpo me pide comer poco, mi subconsciente me empuja a comer todo lo posible. Así que después de pasar una de estas enfermedades me doy cuenta de que he engordado.

Todo comenzó poco a poco: un trozo más de pan en la comida, otro vaso de leche para cenar… Cuando a alguien no le gustaba algo, yo me ofrecía voluntario para comérmelo, etc.
Por tanto, desde los 11 hasta los 14-15 fue un incremento gradual, muy pequeño. Era más gordo que mis compañeros de colegio, pero tampoco lo suficiente como para que me apodaran gordo.
2.- EL CAMBIO HORMONAL

No recuerdo exactamente si fue a los 13 o a los 14 años cuando comencé a tener un hambre espantosa al tiempo que crecía mucho a lo alto y un poco a lo ancho.
Recuerdo que mi padre estaba disgustado por mi forma de comer. Tenía tanta hambre que comía muy rápido y en grandes cantidades. Pero no podía evitarlo, seguía teniendo hambre y mucha. De hecho, comía grandes cantidades de cualquier cosa, incluso de aquellas cosas que nunca me habían gustado. Por ejemplo, garbanzos con berza. Iba a escondidas por la noche o por la tarde al frigorífico de mi madre para ver si había sobrado algo, porque siempre estaba hambriento.

3.- DINERO
Cuando tenía 16, casi 17 años, en casa comenzaron a darme una paga de 1.000 pesetas (vamos, lo que hoy son 6 euros) a la semana. Mis compañeros de clase utilizaban sus pagas para salir por ahí y tomarse alguna cerveza en algún discopub ruidoso.

Yo las utilizaba para comprarme chuches. Todos los días me gastaba 100 pesetas en chuches, lo cual me dejaba algo de calderilla para jugar a las maquinitas durante el fin de semana.
Además, en casa mi madre solía traer pastelitos Hermanos Martínez, Coca Colas, batidos, etc… vamos que siempre tenía de dónde coger por lo que me pasaba el día comiendo estas cosas.

Mi madre tenía buena intención: lo traía por si venía alguien tener algo dulce que ofrecer; pero yo era un abusón y recuerdo perfectamente que lo mínimo que me comía al día era un brazo de gitano, además de beberme 4 latas de Coca Cola al día.
Esta época fue muy larga y duró hasta que encontré trabajo y me tuve que ir a vivir a Madrid. Pesaba 122 kgs.

4.- MADRID
Las había pasado canutas para encontrar un traje que me valiera. Sólo compramos 2 en una tienda en que tenían trajes para gordos y me sentaban como si tuviera una sábana encima en lugar de un traje. Horrible.

Después de unos meses en que me sentía fatal me puse a adelgazar por mi cuenta.
-          No desayunaba
-          Mi comida era un vaso de leche desnatada con 3 galletas María; y
-          Mi cena era una miniensalada de lombarda sin nada más.
Nada de carne, pescado… Nada. Esa era mi dieta.

No recuerdo de dónde saqué la fuerza de voluntad, pero fui capaz de seguir esta dieta tan estricta durante unos 3-4 meses. Y adelgacé, sí, adelgacé. Mi peso eran 99 kgs y no me lo creía, me sentía ágil, me sentía fenomenal.
Pero me miraba al espejo desnudo y lo que veía no era agradable. Estaba más delgado, sí, pero raro. Se comenzaban a notar determinados huesos que siempre habían permanecido ocultos, y seguía teniendo grasa en buena parte del cuerpo, aunque menos. En la parte de los pectorales tenía la piel caída, lo que se suele denominar piel de vieja.

Después la carga de trabajo se incrementó de manera exponencial y con mi dieta yo no tenía fuerzas para nada. Muchos días tenía que quedarme a trabajar por la noche por lo que tuve que abandonar esa dieta que estaba haciendo y llevarme algo al trabajo para aguantar hasta que hiciera falta por la noche.
Comencé llevando esas barritas de chocolate con cacahuetes que había comido en Inglaterra. Qué buenas. Al principio me comía una para mantener energía… pero no tardé en comerme 2, 3, 4, 5 o todas las que tuviera al alcance de mi mano.

Mis compañeros que también tenían que currar se solían pedir pizza a Pizza Hut. Pues a eso también me apuntaba yo. Lo de las barritas de chocolate me pareció tan buena idea que comencé a llevar galletas, chocolate, caramelos… al trabajo POR SI en algún momento de la mañana tenía hambre y sólo necesitaba comer un poco, por ejemplo, 2 galletas. Así no tenía que llamar para que me trajeran todo un sandwitch que encima sería más caro.
Claro, ahora tenía un montón de basura en mi mano y no hacía más que comérmela.

Esta época coincidió con 2 de mis peores épocas: la del Burger King (para comer) y la de croquetas y huevos (para cenar).
a) Burger King

De lunes a viernes iba a comer siempre al Burger King. Menú Big King XXL (hamburguesa, patatas, Coca Cola) y helado de postre.
b) Croquetas y huevos

En una ocasión fui con mis padres a cenar a un restaurante en un pueblo de Castilla y en el mismo había un concurso de croquetas y huevos fritos. Nos comimos los huevos y las croquetas hechas por los concursantes y estuvieron buenísimas.
En casa se me ocurrió hacer lo mismo, pero mi masa no tenía la consistencia adecuada, así que me compré croquetas de diversas marcas para ver qué podía ponerles a mis croquetas. Me fui aficionando más y más a las croquetas y a los huevos y esto engorda que no veas… Todos los días para cenar.

Esta época de Burger King y de croquetas y huevos fritos duró hasta que abandoné el trabajo. Tenía el colesterol, ácido úrico, enzimas hepáticas altas… Mis análisis estaban hechos un cuadro y yo pesaba 125 kgs.
6- ÉPOCA DE PARO

Cuando abandoné mi trabajo tenía muy claro que ese trabajo no era para mí y debido a mi timidez, fobia social o lo que sea, estaba destinado a que me echaran, así que yo mismo les dije adiós.
Fue una decisión acertada. Lo que no fue tan acertado fue haber abandonado sin otro trabajo a la vista. Incluso algo peor: no sabía a qué quería dedicarme.

Como me pasé muchos meses en el paro, tuve que abandonar el apartamento y buscar otro más barato. La comida tenía que ser lo más barata posible y llegó una nueva época: la época de la pasta: todos los días sin excepción cenaba pasta, y muchos días para comer también.
La recuerdo como una época horrible. No tenía paro porque me había marchado yo, mi dinero poco a poco se acababa y no sabía cual sería mi futuro. Esta angustia se traducía en comer más y más chuches y pasta para relajar la tensión.

Ya son 129 kilos.
Me hice unos análisis para ver qué tal iban el colesterol y el ácido úrico y el médico me dice que todo está mal porque el informe de los análisis estaba lleno de estrellitas y que eso no podía ser.

Me paso unos meses a medio dieta, es decir, oficialmente estoy a dieta, solo que unos días la cumplo mejor que otros. Después de esos meses había bajado nuevamente a 122 kgs.
Entonces consigo trabajo: vendedor de ordenadores.

7.- VENDIENDO ORDENADORES
Conseguí este trabajo en una tienda muy pequeña: el dueño que hacía de todo, el hermano del dueño que te llevaba los ordenadores a tu casa y te los montaba allí; y yo que hacía de todo.

La ansiedad por la falta de ingresos había desaparecido. Me gustaba vender ordenadores y el trato con la gente era distinto al que tenía en mi anterior trabajo. Por tanto, me resultaba difícil trabajar con la gente, pero con el tiempo te acostumbras.
No hice nada específico, pero la falta de ansiedad hizo que mi peso bajara a 110 Kgs.

8.- LA OPOSICIÓN
Después de un tiempo me di cuenta de lo obvio: que vender ordenadores está muy bien, pero que no te da un salario suficiente para vivir. Estaba ganando al mes unos 750 euros.

Así que decidí opositar a algo bajo para poder tener alguna oportunidad de aprobar, además, ya no era un recién titulado y hacía mucho que no me sentaba a estudiar delante de unos libros.
Toda oposición, alta o baja es difícil. En las altas es obvio, entra muchísima materia y se presenta gente que lleva muchos años preparándola. En las bajas porque se presentan miles y miles de personas y la competencia es feroz. Por tanto, aunque sea fácil, si algún tío se sabe la lección de una forma un poco más literal que tú, él obtiene la plaza y tú te pasas otro año sin cobrar nada y gastando dinero.

Esto significa stress, ansiedad, y en definitiva ganancia de peso. Nuevamente a los 129 kilos.
9.- APROBAR LA OPOSICIÓN

Al aprobar la oposición disminuyó el stress en mi vida. Como decían mis amigos, ya tengo la vida solucionada. Mi peso fue bajando poco a poco hasta llevar a 95 kgs. Lo más bajo que he tenido en mi vida.
Pero con el tiempo volví a engordar porque me encuentro muy solo y eso genera ansiedad. En Barcelona se pueden hacer muchas cosas con mucha gente distinta, sí. Pero no tengo a ningún confidente, ningún amigo, nada. Me los dejé en mi tierra natal. Y día tras día, fin de semana tras fin de semana completamente solo es algo muy difícil.

Es la situación en la que estoy hoy:
-          Profundamente solo sin amigos.
-          Mi peso suele variar entre 114-117 kgs.
-          Muy triste.

1 comentario:

  1. Existe alguna otra subida y bajada de peso más de las que he comentado, pero es menos importante. El caso es que mi vida ha sido un yo-yo.

    La peor época, sin duda, era cuando picaba durante todo el día galletas, chocolate, barritas, Coca Cola..., iba a comer a Burger King y cenaba croquetas y huevos. No sólo era pesado, me sentía pesado e incluso mentalmente era mucho menos ágil, precisamente cuando más trabajo y más stress tenía.

    El peso va subiendo 122, 125, 129. Creo que 129 ha sido mi máximo peso hasta la fecha, que yo sepa.

    Ahora está más o menos estable entre 114 y 117 kgs. Esta mañana he pesado 113 y espero seguir bajando.

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