Translate

domingo, 16 de marzo de 2014

INFRAVALORARSE

Desde finales de enero lleva viviendo conmigo un compañero de trabajo hasta que terminen las obras en su piso; por lo que me dice se mudará en una semana.

Su compañía me ha venido bien. Es un chico interesante con el que se puede hablar de los más diversos temas, le gusta hacer cosas los fines de semana (y me ha incluido en sus planes) y conoce a muchas chicas que han venido a casa a cenar o a comer algún domingo.
Aquí os voy a contar la conversación que mantuvimos durante una cena con Gloria, una amiga de Toño.

[Siento deciros esto, pero es una cuestión que suele ocurrirme a menudo. Cuando estoy con algún amigo y viene una mujer que no me conoce, inevitablemente mi amigo le cuenta a la mujer que estoy sólo y que no sabe por qué. La mujer también suele decir que no sabe porqué, concluyendo que será “porque no salgo bastante”. Es mucho más evidente que eso. Basta mirar lo gordo que estoy, pero claro, entra en juego la corrección política y hay que buscar otras excusas.]
Toño contó cómo su primer trabajo fue en una fábrica de currito en el turno de noche. Pasaba un hambre infernal. Al llegar a casa quería comer algo rápido y que le satisficiera y encontró la solución: los fritos. Llenaba el congelador de calamares a la romana, san jacobos, patatas fritas, hamburguesas… y al llegar a casa cogía la freidora y al ataque. Engordó unos cuantos kilos, no sabe cuántos pero dice que se le notaba en la cara y en la barriga.

Su vida seguía normalmente: salir con los amigos, a la discoteca a ligar, etc. Aquí comenzó el problema: seguía ligando igual, pero no estaba a gusto con las chicas y era él quien las decía que no porque se sentía incómodo con su cuerpo. Después de ese “no”, se prometía bajar de peso para poder decir “sí”. Sin embargo, continuaba haciendo lo mismo de siempre por lo que cada vez se sentía peor.
Hoy está delgado. La solución pasó por abandonar ese trabajo. Todo volvió a la normalidad, aunque por lo que me cuenta, tampoco había engordado demasiado. Lo interesante es que un cambio corporal como es el engordar, quizá 5 kilos, disminuyó la autoconfianza de Toño para con las chicas.

Todo esto para deciros que Toño sabía cómo me sentía y por qué no salgo con chicas.
Pero ahora viene Gloria que comienza formulándome una pregunta sencilla. ¿Cómo te gustan las chicas? ¿Con qué clase de chica te gustaría estar?

Nunca me habían preguntado algo así y mira que es fácil la pregunta, aunque no sea fácil la respuesta. Pues me gustan guapas, alegres, positivas, cariñosas…
Luego me pregunta que ese tipo de chicas dónde están. ¿En un convento o en una discoteca? ¿En una biblioteca o en un bar de copas? ¿en clase de spinning o en un concurso de comer pasteles? Yo intenté escaparme diciendo que cada una estaría haciendo algo distinto, que todas no van a un mismo sitio a la vez.

Su intención era decirme que si sabía que las chicas que me gustaban estaban en un sitio ¿Porqué no iba yo también a ese sitio para intentar conocerlas? Pero ante mi respuesta me dijo ¿Y entonces cómo piensas conocerlas?
Le dije que estaba en un momento de mi vida en el que ya no buscaba a la clase de chicas que me gustan. Que si aparece una mujer, bien, pero si no, que ya he hecho mi vida sin ninguna mujer, que no pasa nada.

A Gloria esto no le entraba en la cabeza:

-      Primero: está claro que me gustan las mujeres, pero no “en general” (una mujer bruta u ordinaria no me gusta), sino un determinado tipo de mujer: cariñosas, guapas, positivas…

-      Segundo: no hago nada por conocer a una de las chicas que me gustan. (Tampoco hago nada por conocer a ninguna de las otras).

-      Tercero: Dejo al azar la mujer que si me toca la lotería, pasará conmigo el resto de su vida. Esta puede que no sea cariñosa, ni positiva, ni guapa. Me conformaría con lo que fuera.

Y ahora Gloria saca su conclusión: me infravaloro. Toño y Gloria mencionaron un montón de cualidades que creen que tengo. Lo cierto es que no sé si las tengo o si fueron un montón de adjetivos que simplemente salieron de sus cabezas. Y dijeron que yo valía más, que valía mucho y que todo ese valor que tengo yo lo disminuyo en  mi cabeza restándome valor por mi aspecto físico.
Pues bien: que si ese es mi problema (que estoy gordo) que lo arregle, es muy sencillo: dieta y ejercicio. Pero que no piense que adelgazando se van a ir todos mis problemas, que mi problema (o uno de ellos) es que me infravaloro. Y que si yo no me valoro como es debido, los demás mucho menos. Que ese es el motivo y no otro de que no encuentre novia.

Toño está de acuerdo.
En fin, una conversación interesante. Cuando tenga tiempo os completaré la Teoría de mi amigo Enrique.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario