Se pueden dividir
las bodas en dos tipos:
·
Bodas
de familiares (hermanos, primos) y amigos
·
Bodas
de compañeros de trabajo
De las primeras
es imposible escaquearse; de las segundas sí que es posible, pero hay que tener
a mano una buena excusa porque siempre se lo toman mal.
Pero sea como
sea, las bodas están llenas de momentos de stress para mí.
a) Confirmar asistencia: SÍ
El primer momento
de stress es cuando llega el momento de confirmar la asistencia y de responder
a la pregunta de si vas a ir con compañía. En mi caso resulta una pregunta superflua.
A ver con quién iba a ir yo.
b) Regalo: NO
Lo que respecta
al regalo de boda se ha simplificado todo; ahora los novios sólo quieren dinero
lo cual supone una doble victoria: para ellos porque se ahorran el encontrarse
con 5 cafeteras, 3 vajillas, etc… y para los invitados que no tienen que romperse
la cabeza pensando en qué comprar.
c) Traje: NO
¿El traje? Ningún
problema, me pongo el traje de las bodas y listo. Es el mismo traje para todas
y sólo me lo he puesto para bodas.
d) Momento justo antes de la boda: SÍ
Es el día de la
boda y todo el mundo está contento, hablando, riendo, saludando a aquél
pariente que no ven desde hace 5 años.
Yo suelo llegar
justo cuando comienza la ceremonia para evitar tener que pasar el mal rato de
hacer el esfuerzo de tener que hablar con alguien con quien no tengo nada en
común. A la gente le es fácil hablar de cualquier chorrada; yo no sé qué decir.
e) Salida de la iglesia: SÍ
A la salida de la
iglesia, se escuchan gritos, petardos, hay gente besándose, gente feliz. Los recién
casados se encuentran en plena sesión fotográfica y los invitados están hablando
entre sí.
La situación es
la misma que cuando estoy en un cocktail de trabajo. La gente no para de hablar,
pero yo no sé qué decir. Así que si a la boda asisten mis hermanos o algún
amigo, me uno a ellos; pero en caso de que se case un compañero de trabajo;
trato de desaparecer para hacer tiempo: voy al servicio a un bar cercano, hago
una llamada telefónica… Es decir, me alejo del resto.
f) La comida: SÍ
Si a la comida están
invitados mis hermanos o mis amigos, nos sentamos juntos y así, al menos la
comida, es placentera y agradable.
Si la boda es de
un compañero de trabajo me tengo que sentar al lado de quien me toque. Hasta
ahora he ido a las bodas de 3 compañeros de trabajo y espero no tener que ir a
más.
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En
la primera boda me tocó al lado de unos compañeros del colegio del novio (todo
chicos) que se pasaron la tarde hablando de música en plan cultureta. Claro que
hubo otros temas: el teatro del colegio, el viaje de esquí y no sé qué más. No
sólo no conocía a estos chicos sino que no tenía ni idea de sus temas de
conversación.
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En
la segunda boda me tocó sentarme en una mesa en la que eran todo parejitas
salvo yo. No hubo conversación de mesa salvo en contadas ocasiones; sino que
las parejas hablaban entre sí o con quien tenían a su lado. No hice ningún
esfuerzo por hablar con nadie y gracias a dios, ellos tampoco. Así que, en
esencia, hice la comida en silencio.
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En
la última boda de un compañero de trabajo me pusieron en una mesa con gente
bastante mayor, otro chico y yo. El chico era bastante tímido, pero pudimos mantener
conversaciones durante la comida.
g) Las copas, el baile y lo que sigue después: SÍ
Después de la
comida vienen las copas, algo de baile en la sala en la que se desarrolla la
comida para continuar en plan discoteca en otra sala del hotel o en un local al
efecto.
Si es la boda de
un compañero de trabajo, el trayecto a la otra sala del hotel o al local es el
momento de desaparecer sin que nadie se de cuenta. Es lo que he hecho siempre.
Si es la boda de
un familiar o de un amigo, también trato de escaquearme, aunque me toca
quedarme un poco más. Aquí tengo que buscarme una buena excusa como: he bebido
demasiado y me encuentro mal, o he comido demasiado y me duele la tripa…
En fin, todo para
evitar hablar con los demás. Y lo de bailar es aún peor porque no tengo ni idea
de baile.
Atención porque
en estos momentos, cuando te ven que te vas, todo el mundo te pregunta dónde
vas, si te pasa algo… y los más impertinentes me preguntan que cuando me toca a
mí, que ya va siendo hora…
En síntesis: si
bien las bodas son para muchas personas sinónimo de alegría y pasarlo bien,
para mí son una fuente más de stress que intento evitar.