Su compañía me ha
venido bien. Es un chico interesante con el que se puede hablar de los más
diversos temas, le gusta hacer cosas los fines de semana (y me ha incluido en
sus planes) y conoce a muchas chicas que han venido a casa a cenar o a comer
algún domingo.
Aquí os voy a
contar la conversación que mantuvimos durante una cena con Gloria, una amiga de
Toño.
[Siento deciros
esto, pero es una cuestión que suele ocurrirme a menudo. Cuando estoy con algún
amigo y viene una mujer que no me conoce, inevitablemente mi amigo le cuenta a
la mujer que estoy sólo y que no sabe por qué. La mujer también suele decir que
no sabe porqué, concluyendo que será “porque no salgo bastante”. Es mucho más
evidente que eso. Basta mirar lo gordo que estoy, pero claro, entra en juego la
corrección política y hay que buscar otras excusas.]
Toño contó cómo
su primer trabajo fue en una fábrica de currito en el turno de noche. Pasaba un
hambre infernal. Al llegar a casa quería comer algo rápido y que le satisficiera
y encontró la solución: los fritos. Llenaba el congelador de calamares a la
romana, san jacobos, patatas fritas, hamburguesas… y al llegar a casa cogía la
freidora y al ataque. Engordó unos cuantos kilos, no sabe cuántos pero dice que
se le notaba en la cara y en la barriga.
Su vida seguía
normalmente: salir con los amigos, a la discoteca a ligar, etc. Aquí comenzó el
problema: seguía ligando igual, pero no estaba a gusto con las chicas y era él
quien las decía que no porque se sentía incómodo con su cuerpo. Después de ese “no”,
se prometía bajar de peso para poder decir “sí”. Sin embargo, continuaba
haciendo lo mismo de siempre por lo que cada vez se sentía peor.
Hoy está delgado.
La solución pasó por abandonar ese trabajo. Todo volvió a la normalidad, aunque
por lo que me cuenta, tampoco había engordado demasiado. Lo interesante es que
un cambio corporal como es el engordar, quizá 5 kilos, disminuyó la
autoconfianza de Toño para con las chicas.
Todo esto para
deciros que Toño sabía cómo me sentía y por qué no salgo con chicas.
Pero ahora viene
Gloria que comienza formulándome una pregunta sencilla. ¿Cómo te gustan las
chicas? ¿Con qué clase de chica te gustaría estar?
Nunca me habían
preguntado algo así y mira que es fácil la pregunta, aunque no sea fácil la
respuesta. Pues me gustan guapas, alegres, positivas, cariñosas…
Luego me pregunta
que ese tipo de chicas dónde están. ¿En un convento o en una discoteca? ¿En una
biblioteca o en un bar de copas? ¿en clase de spinning o en un concurso de
comer pasteles? Yo intenté escaparme diciendo que cada una estaría haciendo
algo distinto, que todas no van a un mismo sitio a la vez.
Su intención era
decirme que si sabía que las chicas que me gustaban estaban en un sitio ¿Porqué
no iba yo también a ese sitio para intentar conocerlas? Pero ante mi respuesta
me dijo ¿Y entonces cómo piensas conocerlas?
Le dije que
estaba en un momento de mi vida en el que ya no buscaba a la clase de chicas
que me gustan. Que si aparece una mujer, bien, pero si no, que ya he hecho mi
vida sin ninguna mujer, que no pasa nada.
A Gloria esto no
le entraba en la cabeza:
-
Primero:
está claro que me gustan las mujeres, pero no “en general” (una mujer bruta u
ordinaria no me gusta), sino un determinado tipo de mujer: cariñosas, guapas,
positivas…
-
Segundo:
no hago nada por conocer a una de las chicas que me gustan. (Tampoco hago nada
por conocer a ninguna de las otras).
-
Tercero:
Dejo al azar la mujer que si me toca la lotería, pasará conmigo el resto de su
vida. Esta puede que no sea cariñosa, ni positiva, ni guapa. Me conformaría con
lo que fuera.
Y ahora Gloria
saca su conclusión: me infravaloro. Toño y Gloria mencionaron un montón de
cualidades que creen que tengo. Lo cierto es que no sé si las tengo o si fueron
un montón de adjetivos que simplemente salieron de sus cabezas. Y dijeron que
yo valía más, que valía mucho y que todo ese valor que tengo yo lo disminuyo
en mi cabeza restándome valor por mi
aspecto físico.
Pues bien: que si
ese es mi problema (que estoy gordo) que lo arregle, es muy sencillo: dieta y
ejercicio. Pero que no piense que adelgazando se van a ir todos mis problemas,
que mi problema (o uno de ellos) es que me infravaloro. Y que si yo no me
valoro como es debido, los demás mucho menos. Que ese es el motivo y no otro de
que no encuentre novia.
Toño está de
acuerdo.
En fin, una
conversación interesante. Cuando tenga tiempo os completaré la Teoría de mi
amigo Enrique.
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