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viernes, 25 de enero de 2013

ENVIDIA

Una cuestión que me ha torturado durante muchos años ha sido si me da envidia que los demás tengan novia y yo no.

Es una pregunta que me ha ido haciendo mi madre una y otra vez hasta que cumplí los 33-34 años en que creo que se dio cuenta de que por más que insista no voy a tener novia, es inútil.
Para responder a esta pregunta vayamos por partes:

a) Bachillerato
En Bachillerato muchas chicas de la clase tenían novio. Respecto de los chicos, si bien una gran mayoría sí que tenía novia, había algunos que no la tenían, pero su relación con las chicas era bastante fluida: salían en grupos de chicos y chicas etc. En esta época, como también había chicos solos, si bien me hubiera gustado tener novia, no me sentía especialmente angustiado.

Por esta época mis hermanos comenzaban a tener sus amigos del sexo opuesto y  novios/as. Aquí reconozco que sí que tenía envidia. Por ser el mayor, se suponía que yo tenía que ser el primero, pero, ya veis, con 40 y nada de nada.
b) Universidad

La época universitaria me gustó porque cada uno iba a su rollo. Quiero decir, que a nadie le importaba si tenías o no novia, en el Instituto parecía como si fueras menos que los demás si no tenías novia.
Muchos de los que habían venido a la universidad tenían novia en sus lugares de origen, así que aunque no salieras los fines de semana con una tía, nadie te preguntaba si tenías o no novia y nadie te juzgaba.

Aquí no tenía envidia de nadie, ya ni siquiera de mis hermanos porque ya me había acostumbrado a verlos con sus parejas y yo nada.
c) Vida laboral

Esto ya es más duro. Te tienes que mudar a una ciudad nueva por motivos laborales, y luego a otra y después a otra distinta. No tienes compañía ni en quién apoyarte, vas solo, no conoces a nadie y si eres tan tímido como yo y te cuesta hacer amigos, te pasas los días, las semanas y los meses completamente solo preguntándote si algún día podrás volver a tu ciudad de origen para tener al menos la compañía de tu madre.
Al principio los fines de semana veía la tele, hacía rompecabezas, etc. Hoy, ya solo navego por internet, eso es todo.

En mi primer trabajo en Madrid, a los 4 meses de incorporarme, el jefe de equipo invitó a todos los miembros a pasar un fin de semana en un chalet que tiene en Segovia. La cosa es que también estaban invitadas las parejas. Resulta que encima por la tarde había organizado lo que llamaban círculos de calidad, que básicamente son reuniones de equipo, así que no pude escabullirme y tuve que ir. Claro, fui completamente solo. La gente me preguntaba por qué no había podido ir mi pareja y yo tuve que contestar que no tenía pareja. Vaya gracia.
Luego están las bodas de tus amigos y compañeros de clase. Ves que todos se van casando y tú ni siquiera has salido con una tía. He ido a las bodas de 2 de mis amigos e inexorablemente los padres de los novios, como si no tuvieran otra cosa que hacer, me han preguntado cuándo me tocaba a mí. Dios!!!

En mi trabajo actual, todos saben que no tengo pareja, lo que no saben es que nunca la he tenido.
Creo que me he acostumbrado. Me he acostumbrado a vivir sin mujeres a mi alrededor y a estar siempre solo, sin nadie con quien hablar. Es la costumbre de quien dice “Más vale lo malo conocido…”, una costumbre acomodaticia, lo sé.

¿Tengo envidia de los que tienen pareja? Sólo en momentos puntuales, pero en general, estoy acostumbrado a vivir en soledad.

 

2 comentarios:

  1. Bachillerato... cuando empiezas a descubrir de que pareces ser de otra galaxia...
    Me sumo al anteúltimo párrafo.

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  2. Pobre criatura, puedo empatizar con una verdadera víctima de violencia feminazi

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