En mi caso es verdad, siempre tenía una malla donde
caer para no hacerme daño, siempre tenía a mis padres que me solucionaban los
problemas.
1.
AMIGOS
En la infancia no tuve que hacer amigos; mi madre los
hizo por mí.
Ahora en serio. Mi primer amigo fue un niño que iba a
mi colegio, pero yo ya le conocía de antes porque su abuela vivía en el bloque
contiguo. Antes de ir por primera vez al colegio mi madre ya se había encargado
de que nos conociéramos, de que jugáramos juntos, etc.
Según avanzaban los cursos hasta 5º de EGB ocurría algo
parecido. Después del colegio mi madre nos solía llevar al parque a merendar y
jugar. Allí quedaba con otras madres que también llevaban allí a sus hijos y
mientras nosotros estábamos a lo nuestro, ellas podían hablar un poco. Los
amigos que hice a esas edades eran los hijos de esas madres (niños que iban a
mi clase, claro).
2.
LLORAR
Mi forma de solucionar los asuntos cuando era pequeño
era llorando porque sabía que mis padres solucionarían mis problemas.
Recuerdo que a la salida del colegio siempre quería que
me compraran un Tigretón. Mi madre decía que no, pero me ponía a llorar y
problema solucionado. Después ya en mi época del instituto o de la universidad,
no hacía falta llorar, mi madre se anticipaba y tenía la casa llena de
pastelitos, brazos de gitano, Coca Colas, etc;
Cuando tenía 4 años me quitaron un anillo en el cole y
en vez de decírselo a la profesora o enfrentarme al niño, les fui a llorar a
mis padres que se encargaron de que me devolvieran el anillo.
Con 10 años el director del colegio me acusó junto a
otros compañeros de haber roto el grifo de una fuente del colegio. Le dije al
director que yo no había sido sin saber cómo defenderme. Él me castigó y
tuvieron que ir mis padres a defenderme.
En realidad este tipo de situaciones en las que no me
enfrentaba a nada, sino que dejaba que fueran mis padres los que lo hicieran
por mí, eran bastante comunes.
3.
JUGUETES
Mi madre me tuvo que comprar varias pistolas de
pistones porque las perdía, me las dejaba en algún sitio o me las quitaban. Por
lo visto, no paraba de llorar hasta tener una.
En Reyes siempre tenía los juguetes que quería cuando
era pequeño. Mis primos me tenían una envidia… Luego al tener más hermanos, ya
no pudo ser.
4.
ESTUDIOS
Cuando era pequeño, los trabajos manuales que me
mandaban en clase me los hacía mi padre porque yo no me creía capaz. Ni
siquiera lo intentaba.
A la hora de hacer la tarea en seguida me daba por
vencido sin mirar antes si quiera los ejemplos o la teoría. Entonces pedía ayuda
a mis padres los cuales se pasaban toda la tarde conmigo intentando resolver (ellos)
los problemas. Recuerdo que mis padres compraron diversas enciclopedias, pero
los únicos que las consultaban eran ellos PARA HACERME LA TAREA!
En el Instituto como veía que no sabía ni por dónde
empezar a hacer la tarea, me pusieron un tutor de matemáticas. La realidad es
que ni había tomado apuntes ni me había estudiado el libro ¿Cómo iba a saber
cómo empezar? En la universidad, por el contrario, sí que estudié y siempre
supe cómo enfrentarme a un supuesto práctico (fuera correcta o no mi solución,
pero el caso es que sí que sabía cómo comenzar y seguir porque había estudiado).
5.
HORAS DE LLEGAR A CASA
Cuando era un adolescente, la hora de llegar a casa los
fines de semana eran las 22.00. Para mí no era un problema porque salía a las
19.00 – 19.30 para ir a jugar a las maquinitas, hablar un poco y vuelta a casa.
Recuerdo que con 16 años un día llegué a casa a la hora
de desayunar. Eran las fiestas de la ciudad y todo el mundo estaba por ahí. A nuestro
grupito se nos habían juntado (sólo por ese día) unas chicas que iban a la
clase de uno de mis amigos. Si ellas se quedaban, nosotros también. Además,
nunca teníamos compañía femenina, así que había que aprovechar. Cuando llegué a
casa, vaya bronca que me llevé.
Esa regla de a las 22.00 en casa se fue relajando con
el tiempo.
6.
DINERO
Siempre he recibido el apoyo de mis padres, pero
teniendo en cuenta que en casa éramos muchos y que éramos de clase media.
Había cosas para las que el dinero estaba garantizado a
pesar de ser muchos. Por ejemplo, me compraban libros nuevos cada curso, cuando
había niños que se los tenían que comprar usados a los niños que iban un curso
por delante.
Eso ocurría, en general con todo lo relativo al
colegio. Si necesitaba pinturas y estuches… me lo compraban.
Para otras cosas ya no nos podían dar el dinero que
pidiéramos. Por ejemplo, cuando estaba en el Instituto, a mis compañeros les
daban la paga, a mí no me la podían dar.
Como teníamos horario sólo de mañana, mi tío me buscó
trabajo como ayudante de tornero: sólo tenía que lijar barnizar, barrer, ese
tipo de cosas. El sueldo era mísero, pero se lo daba a mis padres y ellos
comenzaron a darme 1.000 pesetas a la semana para que me supiera administrar.
Después cuando fui a la universidad sólo trabajé 2
veranos. Entonces tampoco tuve que buscar trabajo, me lo dio el padre de un amigo que trabajaba de albañil haciendo cocinas y su hijo (mi amigo) le echaba una mano
durante el verano. Le dijo a mis padres que no le vendría mal una mano más (baratita, por
supuesto) y mis padres me lo propusieron. Me tocó ayudar a picar, pintar, bajar sacos de escombros por la
escalera (había obras en que no había ascensor), esas cosas. Cobré poco, pero
con eso tuve para hacer alguna cosa extra y tener algo (muy poco) ahorrado.
Por tanto, las primeras veces que trabajé, no tuve que
buscar trabajo, sino que me ya me habían buscado trabajo otros.Cuando me fui a Inglaterra a aprender inglés mis padres me dieron el dinero, y era una pasta.
Conclusión: Sí, estuve sobreprotegido.