1.- CÓMO FUI A PARAR A CASA DE ALEX
- Un amigo encuentra trabajo en Guadalajara.
- Un amigo mutuo y yo nos vamos a visitarlo.
- La visita resulta ser un rollo. No conoce el lugar donde vive y no se relaciona con nadie (en eso no ha cambiado) y no quiere hacer nada. Así que comemos, tenemos unas 2 horas de sobrebremesa y nos marchamos.
- Pero todavía es sábado y no nos apetece irnos a casa. Le damos vueltas y a mi amigo se le ocurre que podemos ir a Madrid porque allí tenemos un amigo común (Alex) al que hace años que no vemos, que ha tenido 3 hijos a los que tampoco hemos visto, y podríamos pasarnos a saludar y conocer a los peques.
- Cuando llegamos a Madrid ya es tarde para llamar por teléfono, así que decidimos que llamaríamos al día siguiente sobre las 10.00.
- Domingo a las 10.00: Teléfono apagado o fuera de cobertura à nos dirigimos a su piso, son ya las 11, llamamos al portal y nos abren sin preguntar. Llamamos a su puerta y nos abre Marta.
2.- PARÉNTESIS: ¿QUIÉN ES ALEX?
En Madrid, a los
que éramos nuevos en el trabajo nos mandaron realizar un curso todos viernes.
Alex se sentaba a mi lado. Hablamos un poco un día, otro poco otros… y nos dimos cuenta de que teníamos cosas en
común: los dos somos de una edad parecida, procedemos de la misma comunidad
autónoma y ambos estamos trabajando en
Madrid.
Poco a poco nos
hicimos más amigos. No es que quedáramos para ir de bares (al menos al
principio), pero resultó ser un chico al que apreciaba. También era tímido
(aunque no tanto como yo) y no tuvo novia hasta que conoció a Marta.
Marta era todo lo
bueno que se puede decir de una persona y más: muy inteligente, que respeta a todo el mundo, es amable, tiene
las ideas claras… y, por supuesto, Marta era hermosísima, con mucho estilo para
vestir… Vamos, que tanto interna como externamente, era un 10 de mujer. Lo digo
en serio porque los 2 ó 3 primeros meses que salieron juntos, salieron con más
amigos, es decir, nunca iban a cenar solos, iban ellos y 3 ó 4 personas más y
yo solía ser uno de ellos.
Alex nos decía
que no entendía cómo era posible que una mujer como Marta saliera con él, que
era el sueño de su vida hecho realidad.
3.- CONTINUAMOS CON LA VISITA
Nos abre una
chica gordita, probablemente con 20 kilos de más, sin maquillar, con el pelo
recogido en una coleta, esas horribles gafapastas que ahora están de moda y chanclas. Pensamos que podía
ser un familiar, la chica que cuida a los niños
o cualquier otra persona, así que preguntamos por Alex y le decimos que
somos amigos suyos. Nos dice que Alex se ha llevado a los niños a ver no sé qué
cosa y que volverá sobre las 6.00.
Tras un momento
tenso de silencio sin saber qué decir, ella me reconoce y sin mediar palabra me
da un beso y un abrazo. A continuación le da la mano a mi compañero de viaje y
nos invita a pasar para tomar algo.
Mi compañero aguanta poco porque no conocía personalmente a Marta y creía que
hablaríamos con más confianza si estamos solos, por lo que se disculpa diciendo que le apetecía pasear, que luego nos
llamamos al móvil –se marcha preguntándome en voz baja “¿Y esta tía no tendría
que estar buena?”
Por fin nos
quedamos solos y vuelve Marta, vuelve la Marta que yo conocí, ese tono de voz
tan dulce, esa mirada (aunque estuviera camuflada por esas horrorosas gafas),
ese cariño con el que te trataba. Me preguntó por todo, pero no era curiosidad
ni afán de crítica, era interés. Sentí muchísimo cariño y eso que sólo habíamos
coincidido quizá durante 2 ó 3 meses hacía muchísimo tiempo, eso sí, hicimos
muchísimas cosas juntos.
Insistió en
invitarme a comer y también en que llamara a mi amigo, pero mi amigo prefirió
comer en McDonalds.
Le apetecía
salir, así que fuimos a un restaurante a 2 calles de su casa. Fue tal cual
estaba vestida, chancletas incluidas.
De camino al
restaurante y durante la comida me contaba historias del cole de los niños, sus
planes de futuro, cosas de sus amigas...
Después le dije
que la acompañaría a casa y que luego me iría. Pero al llegar a casa insistió
en ponerme un café para seguir hablando, enseñarme fotos de los
niños, reñirme por no tener Facebook…. Sobre las 5 de la tarde le dije que ya me
marchaba, que me estaba esperando mi compañero de viaje. Me dio un abrazo muy cariñoso y me dijo que le daría recuerdos míos a
Alex.
4.- REFLEXIONES
Aquí es donde
comienza aquello que os quiero transmitir. Teniendo esta anécdota como base he
tratado de reflexionar sobre ciertas cosas, sobre ciertos valores.
Se trata de un
montón de prejuicios que muchos tenemos, que yo mismo, siendo gordo, confieso
que tengo. He reflexionado sobre los mismos y ahí van mis conclusiones:
a) Emociones contradictorias
Cuando estaba con
Marta sentía emociones contradictorias. Cuando Marta hablaba, tenía la
sensación de estar hablando con una persona con un disfraz (fat suit) --> es decir , que por fuera parece gorda (pero es un disfraz, un fat suit) y por dentro es delgada (atribuyendo a la delgadez ciertos valores buenos).
Es decir, Marta
proyectaba todo eso que la hacía estupenda a los ojos de todos: era muy
cariñosa con todo el mundo, detallista, inteligente, con tacto, divertida… todo
eso era inmutable y lo proyectaba, era ella.
Pero me resultaba
difícil concebir cómo una persona con ese aspecto podía ser así de estupenda,
sobre todo porque yo ya la conocía delgada y atractiva y pensaba que era esa
persona la que me hablaba. Yo siempre pensaba que ahí dentro estaba Marta, la
Marta que yo conocía y que su apariencia física actual era como un fat suit de
esos que se ponen en las películas.
Que Marta podría
quitarse ese fat suit (en este caso adelgazar y arreglarse) y seguiría siendo
la misma de siempre, pero en mi mente, no veía otra opción, tenía que adelgazar
y cuidarse.
b) ¿Por qué siento que MARTA tendría que
adelgazar y cuidarse y no siento lo mismo sobre mí mismo?
Después de
reflexionar mucho me di cuenta de que en Marta apreciaba una falta de sintonía entre
lo que era externamente y lo que era internamente y necesitaba un equilibrio, y
el equilibrio era el retorno a la situación anterior: una Marta que se cuidaba
muchísimo y que era un bellezón.
Es decir, que los
atributos interiores tengan su equivalencia en los exteriores.
c) ¿O sea que los gordos no podemos ser buenas
personas?
Buenas personas,
sí, buenazos la mayoría, pero no (creo) pueden tener un conjunto de virtudes que
le hacen muy atractivos para los demás.
Si tienes esas
virtudes (por ejemplo, la confianza en ti mismo) yo advierto algo raro, algo
que no me cuadra: no puede ser que un gordo tenga ese tipo de confianza en sí
mismo.
d) Si pensé en algún momento ¿Por qué Marta no se
cuida más, por qué no adelgaza?
Sí, muchísimas
veces y por varios motivos. Uno era lo que he hablado del equilibrio: no me “pegaba”
que una chica tan estupenda como Marta tuviera ese exterior.
Pero sobre todo
porque conozco a Marta. Marta no es así. Cuando la conocí, Marta se cuidaba muchísimo,
pero no por operaciones bikini ni nada por el estilo, sino que era algo que
formaba parte de su personalidad. Entre la definición que cualquier persona
haría de Marta estaría: “persona que se cuida muchísimo”.
Puedo dar multitud
de ejemplos:
- Alimentación: Interesarse (libros, revistas…) por una alimentación saludable. Siempre comenzaba con una ensalada, un segundo pequeño y nunca tomaba postre, salvo a veces que tomaba té sin azúcar.
- Hacía ejercicio diario (creo que yoga y alguna otra). Incluso en épocas en que estaba agobiadísima de trabajo y no tenía tiempo para ir al gimnasio, buscaba como fuera tiempo para ir a correr.
- Cuidados en general: se levantaba media hora antes para tener tiempo en el lavabo antes de que se levantaran sus compañeras de piso, se compraba las cremas, maquillajes… más ecológicos, menos dañinos para la piel… de más calidad, y por tanto, más caros. También se compraba a menudo ropa nueva de calidad. Y podía gasta el dinero en estas cosas porque no bebía alcohol. Salía, bailaba, pero no se gastaba el sueldo en alcohol.
- Y un largo etc.
Y todo esto lo
hacía porque así era ella, no por agradar a su novio, por ser la más guapa de
sus amigas, ni por una operación bikini.
Por supuesto, que
para salir a la calle siempre iba bien arreglada: siempre llevaba vestido una
vez llegaba el mes de abril, llevaba zapatos de tacón medio como mínimo, se
ponía rímel... Lo que nunca se pondría son chanclas, salvo para la piscina,
claro.
¿Qué la ha
pasado? Pues no lo sé. Habría sido grosero preguntar. Puede haber pasado de todo:
desde problemas de tiroides, pasando por problemas metabólicos resultado de 3
embarazos hasta la pura y simple ansiedad, que es lo que nos pasa a la mayoría.
e) Conclusión: Los
prejuicios
Que tenemos prejuicios que atribuyen determinadas cualidades/defectos a las personas en función de su apariencia física. Y que en la realidad no tiene por qué ser así, el ejemplo de Marta es significativo.